miércoles, febrero 21, 2018

MAY


Has venido a jugar con un triciclo
de ruedas de fortuna,
sé que tienes un pacto con la luna
para hacer jugarretas al destino.

Eres Mayo, no quieres ser abril,
eres agua y huracán y fiesta de mariposas,
eres risa entre nubes y un volcán
en medio de la isla de las niñas curiosas.

Con los ojos cargados de canciones,
firmamentos de vida a tu manera
has llenado el jardín de sensaciones
y el hogar de leyendas hechiceras.

Sé que traes una lupa que detecta
las vecinas con voces confortables,
pasarás la mañana en sus cocinas
evitando desdichas
inevitables.

Algún día nos dirás qué tratos tienes
con los ángeles blancos de la noche
que anunciaron tu luz como se anuncia
la llegada de la hija de los dioses.

May jovial, May risueña, May cantora,
May es niña, es bruja, es hada buena,
es quietud; pero si se desmelena
trae un caos entre risas que enamora.

martes, febrero 20, 2018

HAY VIDA DESPUÉS

No sé dónde encajar ese ataúd con tantas esquinas,
no me cabe entre recuerdos leves, inasibles como sueños.


Papá sentado en el suelo delante del sofá
me daba un peine pequeño, negro, endeble,
aún tenía pelo.


Ese ataúd con ángulos que duelen y asustan
como agujas perdidas en el sofá.
No sé por qué se fue sólo, si estábamos allí.


Papá me ofrecía el peine y susurraba ¿Me peinas?


No entiendo esos tres meses de más
con Antonio Molina flotando entre pañales.


Papá y su risa interna que le llevaba a la axfisia.

Para qué vivir si no recuerdas el eco de tu última carcajada.


Me obsesiona el brillo de ese ataúd
que nos abandonaba a la puerta de la iglesia.
Y aquella habitación tan blanca, tan limpia,
tan ausente.


Ese ataúd despidiéndose a fuego lento
huye sin prisa
como invitado que desaparece por la puerta del baño.


Papá interrumpiendo el bautizo de su hijo
para cazar una mosca posada en la casulla del cura.
Su mano en alto unos segundos claves
para atrapar inmóvil al insecto.


Y esos tres meses
y el salón donde abandonan a los internos cada tarde
en torno a la mesa de juegos
sentados en sus sillas de ruedas
cabeza ladeada
boca entreabierta
alma en espera
Antonio Molina sonando entre lamentos.


Existe el infierno y está lleno de gasas blancas sordas,
mujeres que ríen a través de los muros
y te llaman campeón mientras desoyen tus quejas.
Visitas que reclaman sonrisas
sin hablar de la muerte,
visitas que reflejan la muerte
en el rictus convexo
de sus comisuras.


Papá bailando aquel rap insensato
que nos robó el resuello de puro regocijo
en una fiesta que nadie olvida.


El ataúd se despide con un golpe de cuello algo cansado,
un adiós de vecinos que se cruzan en el portal.
Para qué gastar palabras
un movimiento de barbilla no rompe el silencio.
La voz solo sirve para cantar.


Un extraño le llevará al crematorio
recogerá las cenizas en una urna.


Hay vida después, pero esparcida,
como semillas descuidadas
que sobreviven
en el rap imposible,
en el peine,
en la mosca que amaba las casullas,
en su nombre grabado en el cemento,

en la mano en alto que silenció al cura.