miércoles, noviembre 24, 2010

CAE LA NOCHE SOBRE MIS VERSOS

Cae la noche sobre mis versos.

Se hicieron diminutas las estrellas.

No hay luz, ya no hay luz,

ni siquiera en los sueños.


He comprado notas: la menor, fa sostenido,

he comprado aromas: clavo y canela.

Compro luces cada día

y compro mares azules verticales.


Y me guardo las pisadas vigorosas

de los que saben andar por la vida,

y el himno de los mirlos al amanecer,

y me guardo la risa de mi madre.


He quitado las rocas irreales que estorban el camino

he borrado los daños y las culpas

y las manchas de grasa en el delantal blanco,

y los suspiros rancios que calumnian mi dicha.


He llenado mi dieta de dulces y colores

de nectar destilado, de frases esponjosas,

he desterrado la soja y la tila, y el yogurt activo.

Y aún así

cae la noche sobre mis versos.

CUIDADO CON LOS TESOROS (una historia escrita por Valentina)

Hace unos años, pero no muchos; leyendo un antiguo libro en la biblioteca, entre las páginas 50 y 51 encontré un viejo papel. Era una historia, y leí esto:


Hola queridos lectores, si habéis encontrado este papel, sois unos apasionados por la lectura. Si es así os daré una gran alegría: tengo una historia para contaros.


Todo empezó cuando yo tenía 10 años, era huérfano y pobre. No tenía amigos, pero sí imaginación, mucha imaginación. Yo vivía en Sicilia y mi mayor sueño era encontrar un tesoro. Imaginaba estar en la plaza, y al tocar la fuente el suelo se abría, y encontraba miles y miles de monedas doradas. Aunque sabía que eso no iba a pasar, seguía soñando e imaginando. Pero me equivoqué, un buen día mi sueño se cumplió, pero no de la forma que yo esperaba, ni de la forma que yo quería.


Veréis, en el descampado me puse a hacer agujeros para jugar a las canicas, hice un agujero muy hondo y al final del agujero había unos curiosos papeles. Cogí un palo y saqué uno de ellos, y cuando lo mire, me di cuenta de que todos aquellos papales eran billetes. Sonreí de oreja a oreja y grité con todas mis fuerzas lo que me había pasado.


Pero no debí hacer eso, porque ahí al lado había un bar donde se escondía toda la mafia, y al oír mi grito, salieron todos con sus pistolas. No me dieron de milagro, pero me había metido en un gran lío. Conmigo llevaba parte del botín, y la mafia me perseguía. Me llevaban mucha ventaja, ellos iban en coches y yo corriendo con todas mis fuerzas. Pero eso no bastaba, así que me escondí en una bocacalle. Sentí que me habían descubierto, y tenía razón: me tenían acorralado, era imposible escapar, pero justo cuando una bala me iba a atravesar el corazón, de mi derecha se abrió una puerta y una mano me agarró y me llevó hacia dentro. Sorprendido, miré a aquella persona, era una abuelita. Le dí mil gracias y parte del botín, pero cuando me iba a ir ella me dijo:


-Como te vas a ir ahora, la mafia te sigue buscando.


Le hice caso, tenía mucha razón, ella quería compañía y yo un sitio donde quedarme.


Desde entonces éramos como familia, y gracias a ella sobreviví y pude escribir esta historia.

Charli”


Espero que os haya gustado esta historia, porque a mí me encantó.

domingo, noviembre 14, 2010