Ya no temo al espasmo que conduce
a la fosa recurrente de los sueños.
a la fosa recurrente de los sueños.
Ya sé que todo es fruto de un ensayo;
y que puedo enfrentarme al escenario
y a los ojos vacíos del auditorio.
Ahora tengo el poder de dar la vida
a todas y cada una de las bocas
que habitan el espectro susurrante
del patio de butacas.
Ahora puedo calentar desde mi celda
al más pétreo de los públicos
con aliento robado de unos besos
dispersos como estrellas ignoradas.
Ahora sé que estaré a salvo.
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