miércoles, marzo 13, 2019

Colección de cadáveres


El trazado de su vuelo
se paró abruptamente
como si en su carrera
hubiera encontrado de repente un abismo.
Las batidas de sus alas
se hacen rápidas, bravías, inútiles;
con la última se pliegan
tozudas, como mandíbulas furiosas.
Sus latidos palidecen
hasta reducirse a diminutos lunares azarosos.
Su falsa voz invisible
se aleja de la vida
a través de la finísima aguja
que atraviesa su cuerpo.

Luego la delicada blancura
de una mano
separa con mimo las dos partes
siamesas reflejadas,
sin polvo vital
sin el brillo que aboca al movimiento,
sin miedo a morir,
convertidas en lienzos exánimes
de siluetas bellísimas.

La caja rebosa color simétrico
como una fotografía en 3D
que acumula prototipos
de todas las formas sublimes,
de todas las combinaciones hipnóticas
de pigmentos aparentemente aleatorios.

No pesan, no se pueden tocar, no se mueven,
no vuelan, pero existen
pétreas y ausentes
en un azul leve e impreciso,
el azul de todos los principios,
con trazos profundamente curvos
como son los trazos que imitan la vida,
un azul que se muda en tonos contracorriente,
blancos, naranjas, negros, transparentes,
que un día crepitaron en el aire
provocando enormes primaveras,
y hoy yacen, reliquias fósiles,
víctimas de su hermosura
y testigos mudos del capricho
de quien cree poseer
una morgue gloriosa.

No hay comentarios: