lunes, marzo 25, 2019

VIVIR EN CLAVE DE SOL


Hay momentos para ser hipocampo
y otros en cambio
propicios para la ira.

Ser caballo de mar tiene ventajas,
no puedes sembrar semillas
y sentarte a verlas crecer,
pero a ratos llevas la tripa llena de larvas.

No te enfadas, no te empapas de un atardecer
mientras escuchas una pieza interpretada por las hermanas Caronni,
no sabes que hay gente que no sufre
cuando ve los ojos de un náufrago pidiendo ayuda.

Puede que perderte las armonías del ocaso
y los trazos sinuosos de las Caronni
se compense nadando en clave de sol
y construyendo columnas de baile en pareja
mientras atas y desatas besos en espiral;
aunque a tu lado caigan cuerpos inertes
cuyos ojos ya no suplican.

Muchos días
cuando el aire se llena de deseos malditos
plagados de cuchillas rotas
y de súplicas ignoradas,
yo quiero ser hipocampo
y concentrarme en escupir miles de clones por el ombligo.

Pero luego recuerdo que no sé bailar sin música
y que quizás un silencio de mar
me llenaría los ojos
de algo
demasiado parecido al llanto.

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