martes, febrero 06, 2007

CECILIA

Aún recuerdo tu voz al pronunciarme,
aún recuerdo tu olor
un poco agrio,
se hacía más dulce con cada caricia.
Recuerdo tu voz penetrándome con cada sílaba,
Cecilia, me decías con tu cadencia,
con tu acento sin ce,
Cecilia, con dos eses,
“Çeçilia”.
Y mi piel se erizaba
al oír el roce de tu lengua.
Y tu olor me penetraba hasta los poros
para salir de mi de nuevo, aún más dulce.

No existían las manos todavía,
sólo tu voz y mi gozoso lamento,
sólo nuestro dulcísimo olor un poco agrio.

Y después todo iba surgiendo,
de tu voz, de mi lamento,
del fermentado aroma que nos nacía.
llegaron tus manos, tus muslos,
llegaron urgencias aplazadas,
sabores imposibles
y tu lengua,
que ya no me pronunciaba.

………..

Hoy tu voz, sin previo aviso,
ha vuelto a erizar mi vello.
Cecilia, me has dicho, como si me hubieras visto ayer.
Y yo me he quedado inmóvil, todo mi cuerpo en alerta.
“Çeçilia”.

He colgado el teléfono
por temor
a que fuera un sueño.

Y ahora está sonando otra vez
con tu voz, con mi nombre,
esperándome dentro.

Quisiera entrar ahí.
No descolgarlo.
Meterme agazapada
en la cueva de tu voz,
junto a tu aroma,
junto al roce de tu lengua al pronunciarme,
volver a ser Çeçilia con dos eses,
entrar ahí a través del tiempo,
ser sólo un nombre,
sólo la Cecilia de tu boca por un momento,
sólo por un momento,
sólo hasta que el teléfono deje de sonar.

No hay comentarios: